El sangrado de las encías es molesto, llamativo y puede resultar alarmante si te coge de sorpresa. El motivo más habitual de esta dolencia es la acumulación de placa, que puede dar lugar a la gingivitis, una inflamación de las encías que, en caso de ir a más, puede derivar en la pérdida de las piezas dentales. Si no se ataja a tiempo, tampoco es descartable que el problema degenere en enfermedades de calado.

La periodontitis es la otra gran razón que produce el sangrado. Se trata de la fase más avanzada de la enfermedad del periodonto, en la que, aparte de la hinchazón y el sangrado de las encías, los depósitos de sarro acaban degradando los tejidos y los huesos que dan cobertura a los dientes, lo que acaba poniéndolos en riesgo. Si bien es menos frecuente que la gingivitis, sus gravedad es mayor, y requiere por ello una atención lo más temprana posible.

Posibles causas del sangrado de las encías

Has de tener en cuenta que las encías sanas son de color rosado y consistencia estable. Si sangran con asiduidad, se vuelven malvas o se inflaman, es imprescindible acudir a una clínica de confianza.

Algunos factores de riesgo que influyen en nuestra salud gingival son los siguientes:

  • La edad. Como sucede con todo lo relacionado con el organismo, el tiempo hace mella y acaba deteriorando tu salud, lo que no excluye el estado de las encías.
  • Hábitos insalubres. Por ejemplo, como el tabaquismo o el consumo de alcohol.
  • Tener un sistema inmunitario débil. Algunos medicamentos, como los antibióticos, pueden erosionar el sistema inmune. Las personas que adolecen del virus del VIH también se verán afectadas por este motivo.
  • Estrés. El estrés produce alteraciones en el aporte sanguíneo que dificultan la nutrición tisular, alteran la respuesta inmunoinflamatoria y disminuyen la secreción salival, dando lugar a cambios indeseados en tus encías.

Soluciones para casos leves de sangrado de encías

La solución más elemental para impedir el sangrado de encías varía en función de la causa que ha motivado el problema. En numerosas y afortunadas ocasiones, si el sangrado es eventual y poco caudaloso, puede atajarse rápidamente con un enjuague bucal de uso gingival específico. Lo recomendado en estos casos es llevar a cabo enjuagues de aproximadamente medio minuto tras el cepillado, que a su vez es mejor realizar con un aparato eléctrico que cubra todos los recovecos interdentales (así frenarás el avance del sarro).

Esto último no es baladí. Por más que la aparición de sangre pueda inhibirte de cara al proceso diario de limpieza dental, jamás debes alterar tus hábitos. Al contrario, cuanto más sangres, más expuesta quedará tu boca a posibles infecciones, por lo que la necesidad de una higiene concienzuda será, más que nunca, ineludible.

Como medida preventiva, también es aconsejable usar complementos como hilo dental o cepillos interproximales.

Soluciones para casos graves con encías que sangran

Cuando te halles ante un caso de sangrado profuso, debes concluir que es imprescindible la implicación de profesionales. En estas ocasiones, el tratamiento requiere la intervención de un periodoncista.

Tan pronto te pongas en manos del especialista dental llevará a cabo un examen y evaluará los daños producidos por el sarro. Generalmente se hace mediante la técnica conocida como sonda periodontal. Más tarde se analizará la frecuencia y cantidad del sangrado. También el estado de la hinchazón. Con ello se analiza la posibilidad de que se haya generado una recesión gingival.

De no reconocerse mayores problemas en la inspección, es habitual recurrir a una limpieza dental. Con ella se puede remover toda la placa bacteriana almacenada. Se consigue pues sanar así el tejido congestionado, lo que debería detener el sangrado de tus encías.